Después de que su ejército sea destruido y el líder bárbaro amenace con matarlos, Kratos pide ayuda al dios de la guerra Ares y le ofrece su vida a cambio. El dios desciende de los cielos y destruye a todos sus enemigos. A continuación, entrega a Kratos las espadas del caos, que se encadenan a sus brazos.
Kratos se convierte en un guerrero perfecto
Como muchos de ustedes ya saben, el Olimpo era una especie de patio de recreo para los dioses, y de todos los dioses que vagaban por allí, Zeus era el más misericordioso. Tenía hijos repartidos por toda Grecia, y según la profecía, uno de ellos recibiría la orden de matarlo para repetir la historia de cómo Zeus mató a su padre.
Lejos del ir y venir de los dioses, vemos cómo dos niños, Kratos y Deimos, son tratados tan mal como cualquier otro niño de la época que quiere ser guerrero. Como Deimos tiene más puntos por aguarle la fiesta a Zeus (spoiler, su padre), Ares, dios de la guerra (también hijo de Zeus), se lo lleva al reino de la muerte para evitar que la profecía se cumpla.
Tras la desaparición de su hermano, Kratos sigue entrenándose para convertirse en un gran general del ejército espartano, no sin antes casarse y dar a luz a una hija llamada Calíope. La sangre de los dioses corre por sus venas y es feroz cuando se trata de destruir ejércitos enemigos, pero en una batalla con un batallón de bárbaros ni la fuerza bruta ni la estrategia pueden marcar la diferencia. ¿Qué hace un hombre como él cuando todo está perdido? Reza, pero en este caso va demasiado lejos.
Kratos ofrece su vida a cambio de la ayuda de Ares, donde el dios de la guerra desciende del cielo y los mata a todos. Salva la vida del espartano y le entrega las Espadas del Caos (normalmente cadenas) para atar su voluntad para siempre. A partir de ese momento, Ares hace todo el trabajo, permitiendo a Kratos correr por ahí destruyendo y conquistando pueblos.
Juega tanto con él que le obliga a destruir una aldea para crear el guerrero perfecto. Allí el oráculo le aconseja que no entre en el santuario para terminar el trabajo que empezó, pero el chico se enfada y entra allí a espadazo limpio, sin dejar a nadie atrás. Está tan ciego que no se da cuenta de que acaba de matar a su familia hasta que es demasiado tarde. Como castigo, le pegan las cenizas de su mujer y de su hija.
Dioses Muppet en Kratos
Ares le explica que todo fue obra suya, que lo hizo para que no sintiera remordimientos y se convirtiera en una bestia aún peor, el espartano no está contento con esto y anula el pacto que hizo con el dios de la guerra. Dar la vida al dios y luego renunciar a ella debía ser algo bastante común en la época, ya que había un grupo de Furias encargado de ejecutar a los que hacían tal acto.
Las Furias mantienen cautivo a Kratos y le hacen ver visiones, pero uno de sus hijos se entera de que Ares está tramando un plan para derrotar a Zeus y hacerse con su trono, y decide ayudar al espartano. Orkos, el benévolo hijo de Furia, es el encargado de controlar los sangrientos tratados. Al ayudarle a escapar, le dice que la única forma de romper su promesa es morir. Kratos reflexiona un rato y finalmente dice que hemos venido a matar, así que le da una muerte honorable.
El tipo trabaja todo lo que puede, incluso consigue devolver el sol al cielo después de que se haya puesto y poner a todos los dioses a dormir eternamente, pero al final se le hincha la nariz y le dice a Atenea, hija de Zeus, que ya está harto de tanta tontería, que lleva 10 años cumpliendo órdenes y las visiones siguen sin desaparecer.
Conviértete en un dios de la guerra
Atenea le dice que en su última misión debe destruir a Ares, que está destruyendo la ciudad de Atenas. Como hay un pacto entre los dioses que les impide matarse entre sí, el loco espartano parece ser la mejor opción para hacer el trabajo sucio en un momento de necesidad. Además, no le gusta mucho Ares, se lo pide y, tras un largo viaje, finalmente mata a su “maestro”.
Tras esto, Kratos se harta de todo y se suicida, pero en lugar de morir Atenea le ofrece convertirse en el nuevo Dios de la Guerra, y como Ares ya no está, la silla está vacía. De ahí el nombre de “Dios de la Guerra”.
Atenea parece tranquilizarlo, diciéndole que se ha ganado su lugar entre los dioses y que debería olvidar el lío que armaron los olímpicos para seguir con su negocio. Kratos dice que está harto de los dioses y de sus tonterías y que se va a vengar de cada uno de ellos. El tipo está tan excitado que no se da cuenta de que Zeus le traiciona, robándole su poder y suicidándose.
Venganza y un falso suicidio con ketchup en Kratos
De vuelta al inframundo (ahora tiene un pase VIP), la titán Gaia le dice que puede evitar que Zeus le traicione viajando al pasado y acabando con él de una vez por todas. Al no encontrar nada mejor que hacer, y el infierno resulta ser bastante aburrido, se pone manos a la obra, continúa con su campaña especial para matar a las criaturas mitológicas y consigue volver al tiempo en que Zeus le traicionó.
El cambio va bastante bien. Bien, porque consigue luchar contra Zeus y casi lo mata. Mal, porque la situación se le va de las manos y Atenea interviene para evitar la muerte de su padre, por lo que tiene que huir. Para solucionar este problema, Kratos retrocede en el tiempo hasta la época en la que Zeus se enfrentó a los titanes (incluida Gaia) y los trae al presente para librar una batalla final contra los dioses.
Por supuesto, los Titanes también metieron la pata, así que el ya enfurecido Kratos se enfurece aún más y lucha contra todo lo que se encuentra en su camino. Finalmente se enfrenta a Zeus, y gracias al poder de la esperanza que encuentra en la Caja de Pandora (una novela para otra ocasión), consigue matar a su padre. Sin un dios que gobierne todo, el mundo está perdido, y Atenea parece pedirle el poder de la esperanza. Pero Kratos, que ya no confía ni en su propia sombra (normal), se suicida, dando así al mundo la esperanza de salvarlo de la destrucción.
¿Así que Kratos ha muerto y la saga termina con un final feliz? Sí, porque luego resulta que el cuerpo del espartano ha desaparecido y el rastro de sangre no lleva a ninguna parte, lo que sugiere que el guerrero aprovechó un error para escapar. ¿A dónde fue? Donde Zeus perdió sus alpargatas, a una montaña escandinava, probablemente para molestar a otro dios.